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martes, 23 de diciembre de 2025

“El Emprendimiento Castigado: Por qué el Perú no es potencia a pesar de sus millones de emprendedores”

 Por: Fidel Villagomez

El texto que compartes es una radiografía dura, precisa y, por desgracia, muy real del gran malentendido peruano: confundir el emprendimiento de supervivencia con el emprendimiento de desarrollo. No es falta de talento, ni de ganas, ni de creatividad. Es un sistema institucional que castiga sistemáticamente el crecimiento y recompensa la informalidad y la precariedad.

Me voy a permitir complementar tu análisis con algunos datos y observaciones que lo refuerzan:

Formalidad vs. Supervivencia: Según el INEI y el Banco Mundial, más del 70 % de la economía peruana es informal. Eso no es un accidente cultural; es la respuesta racional de millones de personas a un sistema que hace que formalizarse sea caro, lento y riesgoso. El costo de oportunidad de quedarse informal es bajo: evitas pagar impuestos, evitas inspecciones arbitrarias, evitas la burocracia interminable. El costo de formalizarse es altísimo: Sunat, municipalidades, ministerios, multas, inspecciones sorpresa, extorsión. En el Perú, la formalidad no es un beneficio, es un castigo.

Crecimiento castigado: Hay un umbral invisible en el que el negocio peruano empieza a ser visible para el Estado. Ese umbral se llama “éxito”. Cuando una bodega pasa de ser un puesto de mercado a una cadena pequeña, cuando un taller de costura se convierte en una pequeña fábrica, cuando un restaurante de barrio empieza a tener empleados formales, el sistema aparece. Y no para ayudar, sino para cobrar. Multas, fiscalizaciones, requisitos nuevos, inspecciones sorpresa, extorsiones de funcionarios, extorsiones de mafias. El mensaje es claro: “crece, pero no mucho”.

Comparación con Chile (el vecino incómodo): En Chile, un emprendedor tarda en promedio 5,5 días y 7 trámites para abrir un negocio (World Bank Doing Business 2020). En Perú son 26 días y 11 trámites. Y eso es solo el inicio. En Chile, cuando una empresa crece, el Estado la ve como un generador de empleo y recaudación, y le ofrece incentivos para seguir creciendo. En el Perú, cuando una empresa crece, el Estado la ve como una fuente de ingresos inmediatos, y le aplica el “impuesto al éxito”.

El mito del “emprendedor heroico”: En el imaginario peruano, el héroe es el que “se levanta a las 4 de la mañana y trabaja 18 horas”. Ese discurso glorifica la precariedad y oculta el problema de fondo: la falta de un sistema que permita que ese mismo esfuerzo genere riqueza sostenible. En China y Europa, el héroe no es el que más se sacrifica, sino el que más escala y crea valor. Aquí, el que escala es sospechoso.

La solución no es más “capacitación”: Lo que más escucho en círculos oficiales es “hay que capacitar a los emprendedores”. No. Lo que hay que hacer es desmantelar el sistema que los castiga por emprender bien. Reducir drásticamente la burocracia, bajar costos de formalización, eliminar la discrecionalidad de los funcionarios, proteger la propiedad privada, garantizar seguridad jurídica y dar incentivos reales al crecimiento (no solo subsidios clientelares).

Como bien dices: el sistema no está fallando. Está funcionando exactamente como fue diseñado.

Y mientras no cambiemos el diseño, la creatividad peruana seguirá siendo un mecanismo de supervivencia, no un motor de desarrollo.

 

El Perú tiene todo para ser una potencia: recursos, talento, una población joven y emprendedora.

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